El Espíritu Santo es para los santos, personas que viven conforme a la palabra de Dios, y que están en comunión con Él.
"Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días" Hechos 1:4-5.
Dios nos dice en esta palabra que, antes de salir a predicar, tenemos que ser llenos del Espíritu Santo, porque solo teniendo el poder de lo alto tendremos victoria. Las almas se van a sentir redargüidas, porque el que hace la obra en el ser humano es su Santo Espíritu.
Por eso hay que buscar ser llenos del Espíritu Santo, porque además de ser completamente útiles en la predicación también seremos ministrados en nuestra vida personal, andaremos con la dirección, el respaldo de Dios, y podremos saber que somos verdaderamente santos solo si seguimos en oración y libre de pecado.
El Espíritu Santo no es una energía ni una fuerza activa, es el mismo Dios llenando la vida de la persona para ser más que vencedor en esta vida donde está el enemigo de nuestras almas, que es el diablo y sus demonios.
Cuando te llenas de la unción de Dios, vas a tener la autoridad para hablar contra el pecado y enfrentar las fuerzas del mal, y producirá buenos frutos en ti como paz, gozo y esperanza.
Si tu aún no recibes el Espíritu Santo es porque no estás viviendo una vida que le agrada, hay algo que impide que seas completamente libre, por eso es tan importante asistir a la iglesia, para que Dios nos muestre cómo estamos y podamos tener liberación de odios, maldad, vicios o cualquier atadura espiritual y ese sea el comienzo de una vida sanada y transformada por el poder del Señor. ¡A Él sea toda la gloria!