• 14 de Agosto, 2019

PERMITE QUE DIOS GUÍE TUS DECISIONES

Luchemos contra la maldad. Como seres humanos tendemos a hacer lo malo. Ahora en Cristo tenemos que pelear la buena batalla y resistirnos a las influencias de pecado.

“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” (1 de Juan 2:15-16).

La palabra de Dios es la fuente de agua que salta para vida eterna, sana al enfermo y liberta al cautivo.

En Génesis 13:11 dice: “Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del Jordán; y se fue Lot hacia el oriente, y se apartaron el uno del otro. Abram acampó en la tierra de Canaán, en tanto que Lot habitó en las ciudades de la llanura, y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma. Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran manera”.

Vemos en la historia cómo Lot se acercó al mundo y tuvo que pasar por el dolor, teniendo que pasar por el cautiverio, porque las normas de Dios no son un juego. Dios sabe por qué dice que no se ame al mundo ni lo que está en él. La guía que tenemos para saber qué es bueno y qué no es la biblia. La palabra de Dios no tiene sombra de variación.

En la biblia encontramos buenos ejemplos para tener una vida en victoria, pero también nos va a prevenir con los malos ejemplos. Además, entenderemos qué acciones agradan a nuestro Creador por excelencia.

En la decisión que tomó Lot podemos ver la maldad que tenía, porque cuando se cometen malas decisiones, sale a la luz lo que tiene la persona en su interior, porque esas decisiones influyen a que otras personas hagan lo mismo, además de mostrarlo como algo normal. Cuídese de las malas influencias.

Por eso dice: “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:1-2). Debemos llenarnos de la palabra de Dios, porque su palabra nos hace libres.

Solo en Cristo hallamos el buen consejo, Él conoce toda nuestra vida y el futuro. Por eso, rindámosle honra y gloria a Él que es digno de todo loor. Alabémosle y escuchemos al Dios sabio y verdadero.

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